jueves, 29 de julio de 2010

lo dijo con sus ojos saltones

Otra vez nos miró con sus ojos saltones. Lo había decidido. Solo era cuestión de tomarse el tiempo. Y de juntar el instrumental. No solía dejar nada al azar y no iba a ser la excepción. Pero eso era otra cosa. Todos los presentes se estremecieron cuando él habló con tanta síntesis. Ya no había tiempo que perder. Hubo intentos de fuga, gente que intentó ir para atrás. Yo me quedé quieto, temiendo lo peor. Pero no hizo falta volver a hablar, por el bien de los presentes y en tributo a los ausentes. Los sanguches de crudo y queso en pan francés, irían con un poco de manteca y no con mayonesa. Eso es otra cosa.

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